miércoles, 31 de agosto de 2011

Caminata a la irrealidad

Algo que escribi hace varios meses. Quería subir una critica a "Causa", una agrupación Kirchenerista que día tras día intenta conquistar la facultad de ciencias economicas. Entregan folletos con muchas explicaciónes de lo buena que es Cristina y demas. El problema fue que mi vieja tiro el folleto (iluso de mí al pensar que un folleto K iba a durar mucho en mi casa afuera del tacho de basura) y justamente mi idea era analizar ese folleto. Así que en vez de eso tome la decisión de volver al tema clásico del blog, cuentos escritos por mí. Esto lo escribi hace varios meses y muchos ya lo leyeron pero bueno, nunca esta de más. La canción es del anteultimo disco de Scorpions, DISCAZO totalmente recomendado



Caminata a la irrealidad

            Caminando, caminando sin rumbo ni destino, no hubiera tenido respuesta si alguien me hubiera preguntado hacia donde me dirigía, simplemente caminaba. Fue a las ocho de la mañana que había salido de mi casa pero ya apenas podía recordar de donde venía y casi no me percataba de que el sol del mediodía caía con fuerza sobre mi cabeza iluminando el camino de mis pasos. La razón de mi notable indiferencia a todo mi entorno era el griterío constante de mis propios pensamientos. Las voces e imágenes que se presentaban en el interior de mi cabeza tomaban cada vez mayor fuerza y muy poco les costaba opacar a los innumerables pero intrascendentes acontecimientos que se daban en la realidad que me rodeaba, un bebe llorando en un edificio cercano, un tren que se arrimaba con velocidad a la estación, varios chicos pateando una pelota y muchas otras pequeñas cosas a las que quizás en otras días de mi vida les hubiera prestado más atención, siempre fui de apreciar mucho esas pequeñas cosas de la vida, pero esta vez no era el caso, hoy podría haber atravesado un volcán en erupción con el mayor desentendimiento de todos ya que la pulseada por mi atención la ganaban con ventaja mis pensamientos.

            ¿En que pensaba? En todo, en las pequeñas cosas, en las grandes, en el futuro, el pasado, el presente, las anécdotas, los deseos, las estrategias, las personas, los aprendizajes, los errores, los odios, los amores, los grandes placeres de la vida, las cosas molestas, las preocupaciones, las certezas, los sueños… Todos esos pensamientos fueron sucediéndose durante largas horas acompañándome en mi andar mientras el sol bajaba progresivamente su ferocidad. No pare. Nunca pare. Quise seguir, seguir, seguir y seguir sin parar. Mientras tanto mi mente se movía hacía otro lado, hacía los pensamientos más relacionados con el entretenimiento, aquel partido de futbol pasado, aquella salida nocturna que se aproximaba, alguna serie televisiva que me gustaba y algún personaje de la farándula que solía llamar mucho la atención. Luego comencé a pensar en libros… libros, frases que llamaban a la reflexión, artistas en su máxima expresión. Mis neuronas se enfocaron en ese músico que tanto me apasionaba, siempre fui alguien muy apasionado y la música siempre había nutrido muchos aspectos de mi alma, razón por la cual estaba allí pensando en grandes bandas, discos y canciones.

            Durante todo este andar yo me sumergía en un estado casi hipnótico, incluso creo haber chocado una o dos personas mientras caminaba, no recuerdo del todo pero tiene mucho sentido dada la escasa atención  que yo ponía en la vereda. ¿Cuántas cuadras había caminado ya? ¿Cuántas horas? No podría decirlo, mi mente aun se encontraba muy enfocada en sus asuntos. La flaquita del boliche de anoche, el triste recuerdo de aquel amor no correspondido de varios años atrás, la esperanza y desesperanza por lo que tenía y lo que me faltaba, la multifacética relación con mi familia que no me enorgullecía. La luz del sol comenzaba ya a extinguirse junto al pesado calor que esta emanaba y el paisaje al cual yo ignoraba comenzaba a ser el de una agradable tarde de temperatura mediana. Fue ahora la situación mundial lo que me tocaba analizar, el hambre, la pobreza, las mejoras en la salud, las guerras, la evolución del pensamiento humano, los grandes contrastes económicos que caracterizaban nuestro mundo, las ventajas y desventajas del capitalismo, las diferencias culturales, etc.

            Nunca pude darme cuenta del todo de que la noche había caído. La luz del sol había cedido lugar a la oscuridad que cada vez se hacía más fuerte al mismo tiempo que el frío comenzaba a ahuyentar a las personas que circulaban aquella calle, personas que quizás preferirían volver a sus confortables casas a vivir sus vidas. Pero yo no, ya no sabía porque caminaba, de hecho nunca lo había sabido, yo seguía acariciando mis pensamientos y fue solo a trabes de ellos que pude sentir el frío y la oscuridad. Esta vez mi mente le había dado lugar a los enojos y a las furias. Se apoderaban de mí el rencor acumulado contra mucha gente, gente de mi vida, gente conocida, gente lejana, lideres mundiales… El enojo se transformo en desprecio y luego culpa… culpa por saber que yo también era parte del problema. Siguiendo esta secuencia fue como llegue al arrepentimiento tardío de una larga lista de errores ya cometidos y luego la tristeza. Ya no estaba disfrutando de mis pensamientos, muy por el contrario comenzaba a sufrirlos cada vez más. ¿Eran solo errores cometidos de los cuales había aprendido la lección o era en realidad mi incapacidad la culpable? ¿Si ya me había equivocado antes, a donde me llevaría mi personalidad ahora? ¿Eran mis amigos en verdad mis amigos? ¿Es mi familia feliz conmigo? Ya no quería estar solo, ya no disfrutaba de mis pensamientos… Me asuste, sentí el miedo, miedo por mí vida, miedo por mi mente. El miedo había llegado a la locura, ya no quise seguir solo, ya no quise más ese momento a solas con mis pensamientos y por primera vez quise volver. Intente darme vuelta, había llegado la hora de desandar lo andado, quería volver a mí hogar, dejar la negra noche atrás, pero no podía, ya no podía volver, alguna fuerza me obligaba a seguir caminando, algo me decía que NO tenía que volver al principio, algo me decía que aun quedaba mucho por pensar y por caminar. Y Seguí. Seguí caminando en el frío de la madrugada… pero yo seguía sin sentir el frío, para ser franco no sentía nada desde varias horas atrás, no sentía mi cuerpo mismo. Mis únicas sensaciones eran las de mi mente, mi única sensación aun era el miedo, el miedo más absoluto que poco a poco dejaba de ser miedo y se transformaba en pánico para finalmente degenerar en locura. La locura me llevo al odio. Ya no quería a mis amigos, ya no extrañaba a mi amor lejano, ya no quería saber de mi familia, ya no me interesaba la situación en el mundo. No quería artistas, no quería entretenimientos, no quería nada, y no solo no los quería, los odiaba, había comenzado a odiar todas aquellas cosas que siempre había amado… ¿porque? Tan malas eran estas cosas que tanto había querido? ¿O era acaso que esta nueva sensación era uno más de mis errores?... Un nuevo error… El mismo error de siempre… el peor de los errores… El odio a la vida que tanto había amado.



           Entonces me odie. Comencé a odiarme a mí mismo, ya no quería esta situación, las voces en mi mente eran cada vez más fuertes. Yo seguía caminando sin parar mientras me alimentaba en mi propio odio a mí mismo y deseaba detenerme, ya no quería caminar pero el camino me absorbía. Ya no había trenes, pelotas ni llantos, no quedaban personas chocándome ni edificios interponiéndose, era solamente yo, mis pasos y mi odio, y ya no podía decirse pensamientos, ya ni siquiera pensaba, era solamente odio, la fuerza absoluta del peor de los odios. Ya no quería volver, ya no quería parar, ya no quería seguir, ya solo quería morir.

            Por suerte algo cambio… No sabía porque pero algo cambio. El frio y la oscuridad de mis pensamientos poco a poco comenzaron a desaparecer y una vez más sentía la luz en mi ser. Mi momento más oscuro estaba terminando, sentía la calides recuperando el poder de mis ideas permitiendome reflexionar mejor las cosas, sacar conclusiones, ya no odiaba a mi familia, no odiaba a mis amigos, no me odiaba a mi mismo y por sobre todas las cosas no odiaba la vida, al contrario, la amaba. Por fin podía caer en la cuenta del valor interminable del amor y el valor infinito de la vida, hoy más que nunca quería vivir la vida y fue con este renovado aire de esperanza que me sentí listo para volver a la realidad, para volver a prestarle atención al camino, a la calle, a la ciudad y a su gente, por fin me sentía libre, por fin estaba listo para volver… Pero una vez más… no pude hacerlo.

            Había intentado salir de mis pensamientos, había intentado centrarme en la realidad de nuevo, había levantado la cabeza una vez más, pero ya no había calles, campos ni veredas, ya no había ciudad ni sociedad, ya no hacía frio ni calor, ya no era de día ni de noche. Había llegado a un lugar muy raro, un lugar que había imaginado muchas veces pero nunca había estado. Estaba en el centro de un extraño mar en el cual las aguas se presentaban en los más diversos colores y fluían con velocidad para culminar en una inmensa catarata y el cielo mostraba un tono grisáceo que era tapado por varias nubes verdes y violetas. Las ultimas veinticuatro horas me habían alejado por completo de la realidad, había caminado tanto acompañado por tan solo mis pensamientos que en algún momento mi cabeza se convirtió en mi entorno, en algun momento la irrealidad se convirtio en realidad, en algun momento en mundo que yo conocí había desaparecido, llevaba kilómetros y kilómetros caminando dentro de mi mente.




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